Es parte del patrimonio histórico como bien inmueble de la ciudad. Antiguamente, esta alegre plaza nació como parte del huerto del Templo de San Francisco y posteriormente se convirtió en una plaza que los “indios” utilizaban para tianguis y mercadeo, pues su ubicación lo hacía punto de encuentro de quienes transitaban el Camino Real de Tierra Adentro.
Sede de las primeras corridas de toro públicas, a finales del siglo XVII ya se le conocía como “Plaza del Recreo” o “Plaza de Abajo” (este último nombre en relación con la que hoy es Plaza de Armas), y fue hasta mediados de la siguiente centuria que colocaron la primera fuente, con el Dios Neptuno como figura, pero más allá de la convivencia, por momentos también sirvió como plaza para teatro religioso como para azotes de los indios prófugos de sus labores.
Sin embargo, en el siglo XIX, tras la Guerra de Reforma, el sitio de Querétaro y la Restauración de la República, esta plaza, que por momentos era conocida como “Plaza de los
Escombros”, fue restaurada y en el lapso de una década tuvo el nombre de Plaza Arteaga, Plaza 15 de Mayo y en 1875 toma el nombre actual debido al gobernador Benito Zenea, encargado de la restauración y nuevo florecimiento de este emblemático lugar en el pleno corazón del hoy Centro Histórico de Querétaro.
En 1880 se colocó la fuente con la Diosa Hebe que hoy se encuentra adornando el centro del Jardín Zenea y años más tarde el kiosco al estilo art noveau. Tras el asesinato del general Álvaro Obregón, en 1928 se le da su nombre (Jardín Obregón) y tras unas décadas regresa a su nombre actual.
Hoy en día, esta plaza ve transitar cientos de personas, sentarse en las bandas bajo la sombra de los frondosos árboles y tardes para disfrutar de un buen danzón, haciendo del Jardín Zenea, uno de los lugares más entrañables de la vida cotidiana queretana.