Todo comienza con una presentación y una introducción al entorno, con la siguiente afirmación: el bosque no sólo como un paisaje, sino como un espacio vivo al que se le entra con respeto, bajo la guía de Humberto y la compañía de Erika y Gaby, promotoras de la cultura otomí del lugar.

Dando lugar a un ritual simbólico que incluye contacto con la corteza de los árboles, una manera de empezar a conectar con el entorno desde lo físico, es que se logran identificar elementos culturales, como los conocidos “ojos de dios”, tejido en forma de rombo, símbolo de de protección, los cuales se colocan en la rama de los árboles. Se enfatiza la importancia de proteger no solo el entorno natural, sino también el cultural.

Inspirado en los "baños de bosque" originarios de Japón en los años 80, esta experiencia está basada en estudios que demuestran que la inmersión consciente en entornos naturales ayuda a reducir los niveles de cortisol (la hormona del estrés), fortalece el sistema inmune, mejora el sueño y estimula la creatividad. Aquí no se trata solo de caminar por el bosque, sino de estar presente en él: observar, tocar, oler, escuchar.

Con ello se realiza una meditación guiada que incluye una dinámica donde cada participante busca su propio espacio dentro del bosque: un lugar seguro, agradable o simplemente inspirador, incluso, podrás encontrar azotadores, mariposas, colibríes, ranas y otros elementos de la naturaleza. 

El cierre del taller se realiza con una pequeña ofrenda acompañada por té de pericón, una planta tradicional con propiedades digestivas. Todo esto sucede en un ambiente de respeto, guiado por personas que no solo conocen el lugar, sino que también están comprometidas con su preservación y con compartir su riqueza de forma sustentable.