En 1614 se funda el convento de los Carmelitas descalzos, dedicado a Santa Teresa de Jesús, el cual tuvo dos intervenciones años más tarde, una en 1685, donde Juan Caballero y Osio participó en su remodelación y otra en 1759 a cargo del arquitecto español Juan Manuel Villagómez, donde se le agregó un retablo mayor de estilo barroco y dos altares laterales.
Durante la Reforma fue severamente dañada, y el convento funcionó como cuartel, hospital, armería y fábrica de municiones.
Al interior destacan la escultura de El Señor del Perdón de supuesto origen guatemalteco, y la imagen de la Virgen del Carmen, del siglo XVI, además de dos murales de principios del siglo XX hechos por el pintor zacatecano, Candelario Rivas.